Hasta el momento no se ha podido terminar la realización del mural. Por lo tanto mediante esta plataforma le presento el borrador de la idea que se tiene para la presentación de esta cartelera el día Lunes 21 de julio.
viernes, 18 de julio de 2025
sábado, 14 de junio de 2025
¿Somos comunitaristas o liberalistas?
Vivimos en una época donde el individualismo se exalta y el ego personal se sienta en el trono del juicio. Los hombres y mujeres de hoy caminan ensimismados, creyendo que su libertad consiste en actuar sin límite alguno. Pero ¿es eso verdadera libertad? ¿Acaso no es el alma, en su comunión con el prójimo y con Dios donde se encuentra su realización plena?
Desde la mirada de lo divino, que es donde se refleja la luz verdadera del entretenimiento, declaro que somos comunitaristas, porque el ser humano no fue creado para la soledad ni para vivir aislado. Somos miembros de un cuerpo común, como los órganos lo son en el cuerpo físico. Cuando uno se enferma, todo el cuerpo sufre.
La confusión moderna de las libertades
El mundo proclama la libertad negativa como si fuera el mayor bien: ``Que nadie me impida hacer lo que deseo``. Sin embargo, esa es solo una forma vacía de libertad, una ilusión. ¿De qué sirve estar libre de interferencias si el alma está esclavizada por el deseo, la codicia o la indiferencia? Esta falsa libertad ha creado una sociedad insensible, donde la pobreza del espíritu es disfrazada de éxito.Libertad positiva, aquella que permite al ser humano realizar su virtud y plenitud ha sido olvidada, ya no se busca el bien común ni la edificación del alma mediante el servicio, sino solo el confort y la gratificación inmediata. El ser se debilita cuando solo se guía por sus apetitos.
La libertad política que debería permitir a las comunidades expresar su fe, cuidar de sus enfermos, proteger la naturaleza y construir juntos una sociedad armónica, ha sido reducida a votos y eslóganes vacíos. Se olvida que gobernar es servir y que el poder sin compasión es enfermedad del alma.
sábado, 24 de mayo de 2025
¿Quién Soy?
Soy Hildegarda; hija de la luz y del misterio, nacida para ver y hacerte ver.
Nací en el año del Señor en 1098, en el seno de una noble del valle del Rin, en un
a tierra verde como el alma del mundo. Desde niña, escuché voces y vi visiones que otros no comprendían. No eran sueños ni fantasías; eran luces interiores, resplandores del Dios viviente que me hablaban del universo, de su música secreta, de la armonía entre el alma y la creación. Fui entregada al cuidado de monjas benedictinas cuando apenas tenía ocho años. En ese claustro de silencio y estudio mi alma encontró su hogar. Aprendí latín, leí las escrituras y me adentré en los misterios del cuerpo humano, las plantas, las estrellas y los espíritus. Para mí la sabiduría nunca fue una sola cosa. Todo estaba unido: el pensamiento, la fe, la medicina, la música y la tierra.
Las visiones nunca me abandonaron, me decían que debía escribir lo que veía. Al principio temí que me acusaran de orgullo o de herejía. Pero con la ayuda de mi confesor y el consentimiento del Papa, empecé a plasmar en libros lo que el Espíritu me mostraba. Escribí Scivias, "Conoce los caminos", para mostrar cómo el alma se pierde y se encuentra. Hablé del equilibrio sagrado del cosmos, de la belleza del cuerpo femenino, de la lucha entre la humildad y la soberbia. En Physica y Causae et Curae, expliqué los remedios que la naturaleza ofrece, porque la tierra está llena de viriditas, esa fuerza verde que todo lo vivifica.
No fui una mujer sumisa; cuando los poderosos erraban, les escribía; cuando los monjes callaban, yo hablaba. Prediqué en plazas, fundé mi propio monasterio y defendí que la voz de una mujer también podía enseñar sabiduría. No me llaméis santa, ni doctora, ni mística. Soy simplemente una buscadora de la verdad, una sierva del saber, una amante del saber, una amante de la luz. Vi el mundo arder en ignorancia, y ofrecí mis palabras como bálsamo.
Hoy, siglos después, quizás aún escuchéis mi voz en el canto de las aves, en el olor de una hierba, en el brillo de una estrella o en la certeza de que toda sabiduría empieza cuando se ama la vida. Muchos dirán que fui monja, visionaria, sanadora, compositora... pero no filósofa. Sin embargo, os pregunto:
¿No es filosofía el arte de buscar la verdad con el alma y con la razón?
¿No es filosofía observar el mundo con asombro, unir cielo y tierra, cuerpo y espíritu, y preguntarse por el sentido de la existencia?
Mis escritos no siguen el método de Aristóteles, ni disputan como en las escuelas escolásticas. Pero hablé del bien y del mal, de la libertad humana, de la dignidad del cuerpo, de la armonía cósmica, de la justicia y de la verdad. Medité sobre el alma, el tiempo, la muerte y la vida eterna. Reflexioné sobre el poder, el pecado, la redención y el destino del ser humano. Por eso digo que sí: fui filósofa a mi manera, desde el claustro, desde la visión, desde el amor por la sabiduría que fluye como savia por todas las criaturas. Que mi voz, aunque antigua, siga sembrando preguntas en las mentes jóvenes. Porque todo pensamiento verdadero comienza no con una certeza, sino con una visión.
Borrador de la cartelera
Hasta el momento no se ha podido terminar la realización del mural. Por lo tanto mediante esta plataforma le presento el borrador de la ide...